Allá por 1900 o un poco antes, ya planteaba esto William James, bajo la pregunta: ¿Sonrio porque estoy alegre o estoy alegre porque sonrio? Resulta interesante pararse a reflexionar cómo nuestros pensamientos y formas de interpretar la realidad afectan directamente a mis emociones e influyen o limitan mi conducta Cada cuál hace su interpretación de la realidad y la siente en consecuencia